BEEFLOW. UNA NUEVA MIRADA SOBRE LA POLINIZACIÓN
Según la FAO, unos USD 577 billones de dólares asociados a la producción de alimentos dependen de la contribución directa de polinizadores. La polinización constituye una parte esencial de la producción vegetal, sin ella no hay frutos ni semillas. Sin embargo, muchos productores agrícolas tradicionales no poseen gran conocimiento sobre el tema. Te contamos sobre Beeflow, la startup que ofrece un servicio de polinización para aumentar el rendimiento de los cultivos.
Beeflow nació hace en el país hace cuatro años. Fue fundada por dos doctores en Biología, investigadores de CONICET, expertos en sanidad apícola y polinización de cultivos y el administrador de empresas, Matías Viel, CEO de Beeflow, quien actualmente vive en California, Estados Unidos, donde también funciona la empresa. Esta startup tiene como objetivo principal aumentar el rendimiento de los productores agrícolas, cobrando un valor por su servicio de polinización y/o mediciones relacionadas a la misma, a nivel de lotes o fincas enteras.
Lo que los impulsó a enfocarse en polinización fue reconocer qué estaba sucediendo en el mundo de la producción de alimentos y con qué herramientas contaban los productores para aumentar el rendimiento de los cultivos.
Así, Beeflow surgió para brindarles herramientas y soluciones a los productores que dependen de las abejas para maximizar sus rendimientos en el campo. No sólo buscan obtener una mayor producción en kilos por hectárea, sino también mejorar la calidad de la fruta, logrando una mayor producción de categoría exportable o, en el caso de pequeños productores, mejores precios para su cosecha. Así, los productores perciben un doble beneficio: mayor rentabilidad y menor desperdicio de alimentos en el campo.
Los profesionales del agro tenemos el enorme desafío de producir alimentos para una población en continuo crecimiento, con recursos naturales limitados. Esto implica ampliar la superficie agrícola para producir en nuevas regiones. En muchos casos, esto puede significar deforestación y destrucción de hábitats naturales. O podemos hacer un uso intensivo de los recursos para producir más kilos por hectárea.
Para lograrlo, desde la revolución verde, los productores invierten en nuevas y mejores tecnologías. Para fertilizar los cultivos, invierten en genética de semillas, en el desarrollo de nuevas variedades, en el control de plagas, en mejores y modernas maquinarias agrícolas, en hacer un uso eficiente del agua, etc. Estas tecnologías generan aumentos de rendimiento de entre un 2 a un 5%.
Frente a esto, los fundadores se preguntaron: ¿Cómo haremos los profesionales del agro para garantizar esta seguridad alimentaria a las futuras generaciones con las soluciones actuales? Se invirtieron millones de dólares en desarrollo y transferencia de tecnologías de estas áreas al mundo productivo. Y sin embargo, los productores e ingenieros agrónomos nos hemos olvidado de una parte esencial de la producción vegetal: la polinización.
Sin polinización no hay frutos ni semillas.
Las flores son los órganos reproductivos de las plantas y para que se conviertan en frutos, cuando están abiertas, necesitan que las abejas u otros insectos polinizadores transporten el polen desde la parte masculina de las flores hacia las partes femeninas. Así se produce la fecundación de los óvulos que están dentro de la flor. Si la polinización es exitosa, la flor se desarrolla en un fruto y sus óvulos en semillas.
El 70% de los cultivos del mundo necesitan del transporte de polen mediado por insectos, principalmente por abejas mieleras (Apis mellifera), para que se produzcan los frutos y semillas que el productor quiere cosechar. Sin abejas y otros insectos polinizadores no existirían las manzanas, los arándanos, las cerezas, las almendras, las paltas, los kiwis ni las frambuesas, entre otros alimentos que consumimos. También se vería afectada la producción de alimentos de origen animal porque muchas de las pasturas necesitan polinización por insectos para producir semillas.
Según la FAO, unos USD 577 billones de dólares asociados a la producción de alimentos dependen de la contribución directa de polinizadores.
No todos los frutos cosechados en un mismo lote tienen el mismo calibre y calidad comercial. Cuantas más visitas hacen las abejas a las flores, más polen se deposita en una flor y, por lo tanto, más óvulos serán fecundados y más semillas tendrá ese fruto. También se desarrollarán, en muchos casos, frutos más grandes y turgentes. Esto significa que hay una correlación muy fuerte entre la polinización de las abejas y el rendimiento y calidad de ciertos cultivos.
En cultivos como la frutilla, puede haber hasta un 40% de descarte por malformación de fruta, porque no llega la suficiente cantidad de polen para que esa flor se transforme en una fruta de buena calidad. Lo mismo sucede en cultivos de alto valor comercial como las almendras, donde la planta incluso puede abortar un 30% de fruta, en parte por una mala polinización. Consecuentemente, esto genera un desperdicio de alimentos en el campo y una disminución del rendimiento al productor.
Si la polinización tiene un impacto muy fuerte en la comercialización de la fruta cosechada, como un mayor calibre, mayor calidad comercial, mayor duración postcosecha o mejores características nutricionales, además de otros beneficios en el campo como sincronización en la maduración de la fruta… ¿Por qué no se valora lo suficiente?
Existen varias razones. Hay una cuestión histórica: tradicionalmente se lo consideraba un servicio gratuito de la naturaleza. Esto ya no se puede considerar así, porque en los últimos años hubo un marcado cambio en el uso del suelo e intensificación de la agricultura. Existe una mayor superficie de cultivos dependientes de polinizadores, una disminución y destrucción de los hábitat naturales de los mismos y un uso frecuente e indiscriminado de fitosanitarios. Los sistemas de producción intensivos buscan altos rendimientos y buena calidad de fruta.
Esto implica que en los cultivos dependientes de un transporte de polen mediado por insectos, se necesite contar con una buena densidad de polinizadores externos. Hay diferentes especies de insectos polinizadores, incluso hay 20.000 especies de abejas diferentes, pero la abeja melífera, es la principal especie utilizada en los servicios de polinización.
¿Cuál es la situación de la apicultura en la Argentina?
Nuestro país es uno de los principales productores y exportadores de miel del mundo con más de 3 millones de colmenas registradas. Si lo comparamos con la situación de Estados Unidos, por ejemplo, ese país tiene apenas pocas menos colmenas que la Argentina, pero los apicultores generan la mayor parte de sus ingresos a través de la polinización. No es que la miel sea un mal negocio, de hecho producen una buena cantidad de miel. Sólo que la polinización es mucho más rentable. La miel es algo que ellos pueden importar y con la polinización la situación es más complicada.
Para algunos productores agrícolas, dentro de su estructura de costos, la polinización está entre los principales gastos o inversiones. Llegan a pagar hasta 200-220 USD por colmena durante la polinización del almendro y sólo para la floración de ese cultivo, del cual existen en California más de 500.000 has, que movilizan aproximadamente 2 millones de colmenas.
La situación en nuestro país es diferente, afectada también por una cuestión de oferta y demanda. Estados Unidos tiene una superficie mucho mayor de cultivos dependientes de polinizadores y una mayor necesidad de colmenas para brindar este servicio.
En la Argentina vemos que hubo cambios en los últimos años, y algunos apicultores están empezando a generar gran parte de sus ingresos por servicios de polinización.
Los servicios de polinización son esenciales en una gran cantidad de cultivos y son muchos los factores que afectan su desarrollo. Polinizar eficientemente un cultivo es mucho más que colocar colmenas cerca del lote durante la floración del mismo. Hay que conocer la especie y variedad cultivada. La ubicación geográfica del campo y del lote va a incidir en el momento en el que va a ocurrir la floración. Los manejos agronómicos de cada campo y lote que son muy importantes, porque por ej. la poda o aplicación de fito reguladores, así como la fecha de siembra en las pasturas, pueden impactar de forma directa en el momento y condiciones de floración.
También hay que tener en cuenta las características del ambiente, la existencia o no de polinizadores naturales, la existencia o no de flora competitiva en el momento de floración del cultivo. Y las características climáticas, las temperaturas, vientos y precipitaciones que pueden darse durante la floración del cultivo.
También las aplicaciones que se hagan de diferentes fitosanitarios y los sistemas de cobertura, como por ejemplo, las estructuras de protección de los cultivos como mallas y los túneles, que son cada vez más frecuentes en la fruticultura y tienen un gran impacto sobre la polinización, por lo general negativo.
El mismo análisis se puede hacer de las colmenas, donde podemos ver por ejemplo cuántas abejas tienen, cuántos cuadros de cría, qué incentivación recibieron esas colmenas antes de la floración, si era necesario hacerla o no, y evaluar el estado sanitario de las mismas. De la misma manera que hay planes sanitarios para cultivos, también los hay para colmenas.
El manejo de la colmena para polinizar eficientemente un cultivo, incluye el manejo previo a la floración, pero también el que ocurre mientras se desarrolla el servicio de polinización. La calidad de la reina tendrá un impacto directo en el desarrollo de esa colmena durante la polinización y también la distribución de estas en los lotes de producción.
Hay mucho más por planificar como servicio que sólo proveer una determinada cantidad de colmenas por hectára. Estos dos sistemas no son independientes, existe una interacción dinámica entre ellos y mediante una intervención profesional y adecuada podemos hacer que este proceso natural ocurra de manera más eficiente. Desde Beeflow, se busca que tanto el productor como las colmenas sean beneficiadas.
La empresa brinda servicios de polinización profesional a productores agrícolas utilizando abejas para aumentar los rendimientos de forma sustentable, mientras se resguarda la salud de las abejas. Se hace que las abejas trabajen mejor a la hora de polinizar los cultivos. Abejas más fuertes realizan un mayor número de vuelos y más visitas a las flores. Beeflow ofrece programas de polinización profesionales a productores agrícolas, resolviendo los distintos desafíos a los que se enfrentan a la hora de polinizar sus cultivos, utilizando tecnologías para resolver los principales desafíos relacionados a una polinización eficiente: son patentes que licencian a CONICET y Universidades y combinan con conocimiento de biología de las abejas y polinización para llevarlas al campo y a nuevos mercados.
En Argentina, alquilan colmenas de apicultores en las zonas de producción y utilizan esas moléculas para alimentar a las abejas antes y durante la floración, para fortalecer su sistema inmunológico y mejorar su actividad polinizadora. Las abejas fuertes afrontan mejor las condiciones de estrés que suelen darse en ciertas floraciones, como por ejemplo, las que inician en invierno con bajas temperaturas y clima adverso para el vuelo de las abejas como puede ser el caso del cultivo de arándano o del almendro. El rango de trabajo de las abejas se extiende y se mantiene una alta y homogénea eficiencia de polinización durante toda la floración. Y esto se logra porque también deciden estratégicamente el momento de ingreso de las colmenas al cultivo según el avance de floración, así como las ubicaciones estratégicas para las colmenas. De esta manera, maximizan la interacción de las abejas con las flores.
Todos estos manejos se traducen en una mayor cantidad de flores polinizadas, y mayor cantidad de polen depositado por flor.
El segundo gran desafío que la empresa está resolviendo tiene que ver con la atracción que se genera entre las abejas y ciertos cultivos. Las abejas van a las flores a buscar néctar y polen, no buscan polinizarle el cultivo al productor. Ellas buscan las flores con recursos más atractivos, en concentración de azúcares y proteínas y un buen volumen del mismo.
Hay cultivos como el arándano, por ejemplo, que no resultan tan atractivos para las abejas, por su morfología incómoda, baja producción de néctar y polen deficiente en nutrientes. Si existe otra fuente más atractiva, seguramente las abejas elijan una fuente alternativa que el cultivo comercial.
Para resolver esta ineficiencia, Beeflow trabaja junto al Dr. Walter Farina y su grupo de investigación, que hace más de veinte años estudia cómo funciona el cerebro de las abejas, cómo funciona su memoria y procesos de aprendizaje. Desde su laboratorio han desarrollado productos utilizados para entrenar a las abejas y condicionarlas a que visiten cultivos específicos. Alimentan a las colonias con estos productos que no les causan ningún daño y condicionan su memoria para que hagan más visitas a estas flores y así depositen o remuevan mucho más polen que en condiciones normales. Esto genera mayor cantidad de frutos cuajados y más semillas por fruto.
Beeflow le propone al productor una nueva mirada sobre la polinización, más técnica, holística y profesional. El proceso de polinización a campo no tuvo grandes innovaciones. Hoy los productores alquilan colmenas a los apicultores, les pagan un valor por colmena y el objetivo principal de los apicultores sigue siendo principalmente maximizar su producción de miel.
El objetivo principal es aumentar el rendimiento de los productores agrícolas, cobrando un valor de servicio de polinización y medición por hectárea, por lote o por finca. El modelo de negocio y de trabajo es único y brinda herramientas y soluciones a los productores de los cultivos que dependen de abejas para que maximicen sus rendimientos en el campo.
No sólo para obtener una mayor producción en kilos por hectárea, sino para mejorar la calidad de la fruta y de esta manera lograr una mayor producción de categoría exportable.
Esto no sólo genera para el productor una mayor rentabilidad sino que trae aparejado un menor desperdicio de alimento.
Normalmente, la fruta que no alcanza cierta calidad o ciertos valores de mercado, queda en la planta sin cosechar o se cosecha pero se descarta en el empaque, habiendo generado al productor un costo de cosecha o se pierde en otra parte de la cadena de comercialización.
En los últimos cuatro años se realizó un trabajo minucioso, basado en el conocimiento científico y en la toma de datos, un trabajo de concientización y visibilización de la importancia e impacto de la polinización en los rendimientos de ciertos cultivos.
No somos los únicos que en el agro sostenemos que lo que no se mide no se puede mejorar. Se invierten millones de dólares en manejos de precisión, en desarrollar productos y servicios que toman datos sobre fertilidad de suelo para ajustar la necesidad de nutrientes, en entender la cantidad correcta de dosis por hectárea de fitosanitarios para combatir plagas, e incluso en medir consumo de combustible en labores a campo para mejorar los costos de producción.
Pero en polinización, hace más de 30 años que no se estuvieron implementando tecnologías para medirla y mejorarla. El productor por lo general dejaba este proceso librado a la naturaleza, entrando al lote y haciendo una medición subjetiva: veía si había abejas volando pero desconocía que se pudiera medir con precisión y manejarla de una forma técnica y profesional.
Midiendo profesionalmente la polinización, Beeflow visibiliza oportunidades de mejora de este servicio ecosistémico.
Para ello cuenta con nuevas tecnologías, y con el conocimiento que muchas veces le falta a la empresa productora o al ingeniero agrónomo, ya sea por falta de formación en biología y comportamiento de la abeja según el cultivo con el que interactúa, falta de formación en manejos a realizar sobre la colmena para mejorar y aumentar la eficiencia de polinización (cabe destacar que no siempre coincide con los manejos para una buena producción de miel) o también por falta de tiempo para realizar estos manejos y mediciones durante toda la floración.
Estas mediciones son las que permiten tomar decisiones en tiempo real y que no se pase la floración del cultivo con una baja eficiencia de polinización y, como resultado, que muchas flores no se conviertan en fruto limitando la producción.
Los consumidores desde hace algunos años, y sobre todo a partir de la pandemia, son los que eligen los productos en el mercado y miran más que nunca si un productor utiliza herramientas y tecnologías para producir que son amigables con el medio ambiente y, como consecuencia, con la salud humana.
El consumidor adquirió un rol muy protagónico en la producción de alimentos. Estamos buscando pruebas de cómo se produjeron esos alimentos, certificaciones, sellos de prácticas amigables que se estén implementando a campo. A esto se suma una fuerte presión para reducir los fitosanitarios en Argentina y a nivel global.
Beeflow está presente en nuestro país y en California, Estados Unidos.
Durante los últimos 4 años, ha realizado ensayos en diferentes cultivos y ha validado que se puede incrementar los rendimientos mejorando la polinización entre un 20 a un 90% y reducciones del 60% de descarte de fruta en algunos casos. Ha desarrollado tecnologías y trabaja con inteligencia artificial para medir polinización y digitalizar estos parámetros que miden en el campo. Como por ejemplo, la cantidad de visitas que las flores están recibiendo por hora.
Estos parámetros permiten tomar decisiones, y globalmente no se están tomando. También prevén trabajar en el corto plazo con otras especies de polinizadores.
“Usamos a las abejas melíferas como nuestra tecnología. Creemos que en la naturaleza ya existen las herramientas para generar nuevas soluciones para una agricultura sustentable. Estamos trabajando con ellas para generar mejor calidad de alimentos y mayor rendimiento con menos impacto ambiental”, aseguran desde Beeflow.