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Oct - Nov 2021  

Número 176


Dr. Diego O. Ferraro
Profesor Adjunto de la Cátedra de Cerealicultura de la FAUBA, Director de la Especialización en Análisis y Evaluación de Sistemas Agrícolas Extensivos de la EPG-FAUBA e Investigador Independiente del CONICET.
 

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SUSTENTABILIDAD DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

Hoy los sistemas agrícolas no sólo necesitan ser productivos, sino que enfrentan además una multiplicidad de exigencias. El motor de éstas es la demanda social por una producción que respete el ambiente y sea socialmente responsable. Pero estos cambios requieren de nuevas herramientas. Este artículo destaca el rol de una herramienta creada  por FAUBA para ganar operatividad en la gestión ambiental de los sistemas agrícolas.

El manejo de los sistemas y la sustentabilidad

La intensificación de la agricultura argentina en los últimos 25 años se caracterizó por el aumento del uso de insumos y la simplificación de los sistemas de producción, haciéndose menos diversos, tanto en tiempo como en espacio. 

Simultáneamente, aparecieron síntomas de algunos problemas que generan alerta ambiental como pueden ser 1) mayor dificultad en el control de adversidades bióticas, debido a una mayor frecuencia de tolerancia o resistencia a los fitosanitarios; 2) reducción de la disponibilidad de nutrientes y del contenido de carbono de los suelos debido a balances negativos, 3) mayor frecuencia de excesos hídricos, asociado a una reducción de la transpiración, y 4) detección de fitosanitarios en las matrices de aire, agua y suelo. Se agrega a estos síntomas el surgimiento de conflictos sociales, que se intensifican en las interfases urbano-rural y están muy frecuentemente catalizados por estos deterioros ambientales. 

A los problemas ambientales y sociales se le agrega la exigencia constante de aumentos en la productividad física y económica de los sistemas. En este contexto, los técnicos y productores se encuentran con una demanda múltiple de mantener la productividad (física y económica) y responder adecuadamente a las demandas planteadas anteriormente. 
La respuesta a este contexto complejo requiere de un abordaje que, por un lado, reconozca la naturaleza sistémica de la actividad agrícola (es decir que no es la suma de las partes, sino un todo organizado que tiene sus propias reglas); pero también necesita de precisión y operatividad al momento de medir o indicar su estado. Ese compromiso entre relevancia y operatividad se grafica en la Figura 1.




Figura 1. Compromiso entre la operatividad lograda al abordar las partes de un sistema (izquierda del diagrama) y la relevancia máxima que se logra al abordar el manejo del sistema con todas sus interacciones (derecha del diagrama). 
 


Comúnmente, el análisis de un sistema tiende a circunscribirse a alguno de los componentes de la izquierda de la Figura 1 (por ejemplo, el análisis del margen bruto, la medición del carbono del suelo, o la aplicación de protocolos de responsabilidad social). La ventaja de estos abordajes simples es la precisión de la indicación o medición; pero el riesgo es asociar estos indicadores parciales al comportamiento de la totalidad del sistema. Por otro lado, diríamos entonces que el lugar de trabajo debería ser a la derecha de la figura, intentando medir “la sustentabilidad” del sistema. 

Sin embargo, rápidamente en esa área de trabajo nos encontraremos con dificultades asociadas al peso relativo de cada esfera (social, económica, ambiental), la incertidumbre de las mediciones por la multiplicidad de interacciones o incluso la imposibilidad de medir aspectos a escalas de sistema. 
Un camino intermedio sería el de ubicarnos en la mitad del gradiente de la Figura 1, con un balance entre operatividad para la toma de decisiones y relevancia en términos de incluir lo complejo del sistema. 

El manejo de las malezas es un ejemplo de esta mirada compleja, donde deberían combinarse el uso de herramientas para poder diagnosticar la eficiencia del manejo, pero en base al conocimiento de los procesos biológicos que regulan la abundancia de las malezas o incluso la aparición de resistencia. 

Malezas y sustentabilidad

La integración entre herramientas de toma de decisión con el conocimiento del comportamiento del sistema se ve claramente en el desarrollo de modelos de simulación. En particular, la simulación y predicción del momento de emergencia de malezas (es decir el momento en que la semilla de la maleza germina y genera una plántula) es un elemento clave para mejorar la eficiencia de control, a la vez de reducir el uso de herbicidas. 

Desde la Cátedra de Cerealicultura, la FAUBA desarrolló PRORIEMA (Pronóstico del Riesgo de Emergencia de Malezas) http://proriema.malezas.agro.uba.ar/ para simular el riesgo de la emergencia de varias malezas para localidades específicas (Figura 2).


Figura 2. PRORIEMA (proriema.agro.uba.ar): un modelo de simulación de emergencia de malezas para la ayuda en la toma de decisiones para diseñar manejos de malezas eficientes y sustentables
 




PRORIEMA contiene una serie de módulos de simulación de biología de la maleza, con módulos adicionales para simular condiciones de microclima edáfico. A su vez, está acoplado a una interfase con pronósticos climáticos provenientes del modelo WRF (Weather Research and Forecasting) para generar datos diarios en grillas 15km. 

Esta vinculación le permite a PRORIEMA generar un pronóstico del riesgo de emergencia de la maleza en una ventana futura de 7 días. A partir de su aplicación, el usuario dispone de una herramienta que cubre la complejidad necesaria para abordar este problema (por ejemplo, simulación del proceso de germinación y emergencia, uso de pronósticos climáticos) y que le permite anticiparse al proceso y tomar decisiones más ajustadas y de mayor eficiencia. 

Dos ejemplos con los que PRORIEMA puede asistir para un diseño sustentable son: 1) la maximización de la aplicación de un herbicida con residual en barbecho al predecir un pico de emergencia de plántulas y 2) mejorar los esquemas de monitoreo complementando las estimaciones de abundancia de malezas en el lote con las predicciones que realizan los modelos. 

Ambos ejemplos apuntan siempre a mejorar la eficiencia ambiental, es decir, intentar lograr la mayor productividad por unidad de insumos (en este caso fitosanitarios) que es uno de los pilares de la sustentabilidad de los sistemas agrícolas.

Conclusiones

El diseño de sistemas sustentables es un desafío para los profesionales de las ciencias agropecuarias. El éxito en esta tarea va dejando de ser un enunciado voluntarioso para convertirse en una obligación que se le va imponiendo a las empresas agropecuarias, tanto desde la presión social por el cuidado del ambiente y la salud humana, como por las nuevas pautas de comercio nacional e internacional que rescatan cada uno de los pilares de la sustentabilidad (social, económica y ambiental). 

El camino por recorrer que lleva a este diseño sustentable tiene dos características centrales. 

La primera es la integración de la gestión ambiental en la planificación técnica de los sistemas agrícolas a través de la maximización de la eficiencia del uso de insumos apoyada en la aplicación de herramientas de toma de decisión y del conocimiento de los procesos biológicos involucrados. 

La segunda está asociada a acciones institucionales, tanto desde los estados (nacionales y provinciales) como desde las asociaciones civiles de productores y empresas privadas del sector, para participar activamente en el desarrollo de herramientas de toma de decisión en conjunto con instituciones de CyT (Universidades, CONICET). 

Este camino compartido permite compatibilizar visiones y saberes sobre el funcionamiento de los sistemas agrícolas y es otro elemento clave para diseñar sistemas sustentables.