INDICE

Dic 2021 - Ene 2022  

Número 177


Ing. Prod. Agrop.
Fernando Perez Eseiza

MN 1012*33*15

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SOSTENIBLES POR DEFINICIÓN Y PROFESIÓN

Los sistemas productivos y alimentarios requieren cada vez más de una visión integral y gestión profesional. Desde la academia, la técnica y la normativa, los profesionales de las ciencias agrarias nos encontramos involucrados como actores principales de la sostenibilidad.

Cuando pensamos la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, no podemos dejar de pensar en la cantidad de actores que intervienen. En esa línea, la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios que tuvo lugar este año, definió  que el término sistema alimentario “abarca a todas las personas y todos los procesos involucrados en el cultivo, la cría o la elaboración de alimentos y su introducción en el estómago, desde los agricultores hasta los recolectores de frutas y los cajeros de los supermercados, o desde los molinos de harina hasta los camiones refrigerados y las instalaciones de compostaje del vecindario” (Organización de las Naciones Unidas, 2021). 

Tomando esta definición, se ponen de manifiesto múltiples actores sobre los cuales posiblemente, no identifiquemos tan claramente la relación en nuestro ejercicio profesional diario (Figura 1).



Sin embargo, si atendemos los fundamentos que motivan la declaración de interés público de la carrera de Ingeniería Agronómica, encontramos que la calidad de los alimentos y el cuidado de los recursos naturales son los principales motivos para que esta profesión integre el listado de los títulos de interés público. En base a ello, se verifica el alcance e impacto de nuestro ejercicio, más allá de los límites y fronteras de nuestras actividades cotidianas. 

Como actores centrales, en la gestión de recursos y producción de alimentos, fibras y energías, es preciso tener presente la magnitud de los sistemas alimentarios que integramos. En ese sentido,  Martien van Nieuwkoop (2019), Director Mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Alimentación y Agricultura  del Banco Mundial, en su artículo “¿Do the costs of the global food system outweigh its monetary value?” destaca que el sistema alimentario mundial posee un valor que representa aproximadamente una décima parte de la economía mundial. En el ámbito local, un dato relevante a considerar es que  las cadenas agroindustriales generan el 24% del PIB argentino (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina, 2020).

Hasta aquí, este artículo pretende sensibilizar y tomar dimensión de los alcances de nuestro ejercicio profesional y del mismo inserto en distintos eslabones de las cadenas que componen los sistemas agroindustriales y alimentarios. Ahora bien, la sostenibilidad es un componente intrínseco a nuestra profesión sobre el cual deseo enfatizar atento a los enormes interrogantes, desafíos y oportunidades que existen en la actualidad sobre los sistemas y recursos que gestionamos. En esa línea me detengo sobre el concepto de desarrollo sostenible presentado en el informe “Nuestro Futuro Común” de la Comisión Brundtland, formalizado posteriormente por la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Este concepto se define como aquel “desarrollo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las posibilidades de aquellas futuras para satisfacer sus propias necesidades; y busca atender tanto las demandas por una agenda de protección del medio ambiente, como las de asegurar el desarrollo de los países con menor nivel de desarrollo” (Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe, 2021). 

Contrastando la definición anterior con los alcances de nuestras profesiones, encontramos íntima relación en nuestro campo profesional con el propósito del desarrollo sostenible. Abonando esa relación, es menester destacar la Agenda al 2030 para el Desarrollo Sostenible, a partir de la cual podemos encontrarnos como profesionales protagonistas de la sostenibilidad. Esto se fundamenta en base a la lectura y análisis que podemos hacer de los distintos objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y sus metas, con estrecha relación en nuestro quehacer cotidiano, como por ejemplo el ODS 1 “Hambre Cero”, ODS 3 “Salud y Bienestar”, ODS 12 “Producción y Consumo Responsables” y ODS 15 “Vida de Ecosistemas Terrestres”.

Sumado a lo anterior, si atendemos los informes voluntarios nacionales presentados por nuestro país sobre el estado de implementación de ODS, como así también las propuestas desarrolladas en materia de mitigación y adaptación al cambio climático, nuevamente encontramos al profesional de las ciencias agrarias con un rol destacado. 

Ya sea en la optimización de recursos, transformación de sistemas productivos, promoción de nuevos cultivos y matrices energéticas, sólo por citar algunas áreas claves.
Por otro lado, y atento a que a nivel global “los seres humanos y su ganado tendrán más probabilidades de entrar en contacto con los animales silvestres, dado que se está perdiendo más del 25 % de la cubierta forestal original” (Organización Mundial de Sanidad Animal, 2021), es preciso resaltar nuestro rol en la implementación de las prácticas y manejos previstos en manuales y código de pautas técnicas, bajo el enfoque  de ´una sola salud´.  (Figura 2).



Nuevamente en el escenario local, encontramos que el marco normativo nos involucra directamente con la gestión sostenible de los agroecosistemas, por medio de la resolución 1254/2018 del Ministerio de Educación, al identificar como un alcance profesional de riesgo directo de las carreras de las ciencias agrarias (Ing. Agronómica, Ing. Forestal, Ing. Zootecnista), “dirigir lo referido al control del impacto ambiental en lo concerniente a su intervención profesional”.

En síntesis, en base a los principales conceptos técnicos, plexo normativo y alcances profesionales, me permito concluir que somos sostenibles, por definición y profesión.